recurrir a la jalea de membrillo...

recurrir a la jalea de membrillo que observo y administro con severo cuidado cada vez que me dirijo al refrigerador, para tratar de convencerme que tiene demasiadas calorías como para degustarla...
pero cuando me decido, como en este caso, a sumergir unos trozos de manzana en el casi rubí de su textura que servirán de relleno a una tarteleta de masa de hojaldre...
y ese aspecto de la materia viscosa lo asocio al proceso de la resina, al del ámbar, pero con el plus de su sabor tan pero tan permanente de la fruta que lo nomina, que me hace pegar la lengua al paladar para retener en ese ejercicio que hace la memoria mientras escribo, para urgirme a salir volando nuevamente a la puerta del gelido aposento donde se encuentra, para darle un cucharazo y saciar mis primarios y poco contenidos instintos que instan a verificar que mis especulaciones son casi tan certeras como maravillosamente fieles a la realidad de mi memoria y su naturaleza...
en Miami, a los 12 días del mes de febrero, del 2022