quizás por ese imán oculto que poseen las cosas en atraer a uno: mi primer viaje a París y el encuentro con muchas cosas que se especulan mientras no se conocen.

el deslumbramiento de una ciudad que no solamente atesora historia, arte y gastronomía, entre otras cosas.

la visita a Le Marais y, de vuelta, el paseo por una avenida que no recuerdo el nombre, donde se desarrollaba una feria vintage con la oferta de muchas objetos (como sucede en este tipo de eventos).

el descubrimiento de una tetera antigua y lo maravilloso de su estética; sin pensar ni siquiera en comprarla por creerla absolutamente inaccesible a mis escasas economías, cuando me entero que realmente la realidad era otra.

el sentirme totalmente bendecido, porque no solamente se cruzaron por la mente la cantidad de historias que podría elaborar (sin siquiera imaginar que la fotografía iba a convertirse primero, en una herramienta vital a medida que me sumergía en la necesidad de documentar las investigaciones gastronómicas) y que no imaginaba iban a llevarme tan profundamente en el camino de la fusión de arte y gastronomía.

pero vuelvo al objeto en sí, para redundar en el tema del rescate de la forma, para contar una historia (en este caso la presentación de unos scones de queso), en donde el protagonismo queda a cargo de la interpretación del espectador, donde la conjunción de los elementos (incluídas las fantásticas vainas color púrpura de un árbol de banano que llegaron a mis manos) terminan participando de una comunión casi litúrgica.

no pretendo realizar una apología a la composición de mi trabajo: lo que pretendo, es compartir el momento de la emoción del encuentro con el objeto, el disparo de la imagen conectado con la receta gastronómica y el escenario que recibe a los elementos, donde se crea una atmósfera, que en mi historia personal, casi podría decir se trata del génesis de un recorrido que se presentaba en mi camino.

una ciudad, un objeto y una receta que esperan para encontrarse en el momento justo para dar lugar al acto creativo.

el misterio de las coincidencias…

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perhaps because of that hidden magnet that they possess in attracting one: my first trip to Paris and the encounter with many of them who dream each other while they don't know each other.

the dazzle of a city that not only treasures history, art and gastronomy, among other things.

the visit to Le Marais and, back, the walk along an avenue that I do not remember the name, where a vintage fair is held with the offer of many objects (as happens in this type of events).

the discovery of an ancient teapot and the wonderfulness of its aesthetic; without even thinking of buying it because I believe it absolutely inaccessible to my meager economies, when I find out that reality was really different.

feeling totally blessed, because not only did the number of stories I could make with it crossed the mind (without even imagining that photography would become first, a vital tool as I immersed myself in the need for documenting gastronomic research) and that I also did not imagine would take me so deeply on the path of fusion of art and gastronomy.

but I return to the object itself, to result in the subject of the rescue of the form, to tell a story (in this case the presentation of some cheese scons), in which the prominence is in charge of the interpretation of the viewer, where the conjunction of the elements ( including the fantastic purple pods of a banana tree that came into my hands) end up participating in an almost liturgical communion.

I do not intend to make an apology to the composition of my work: what I intend, is to share the moment of the emotion of the encounter with the object, the shooting of the image connected with the gastronomic recipe and the scenario that receives the elements, where a atmosphere, which in my personal history, I could almost say it is the genesis of a journey that was presented in my way.

a city, an object and a recipe waiting to find the moment at the right time to give rise to the creative act.

the mystery of coincidences...