Una simple torta de naranja

 

Una simple torta de naranja.
Hoy me levante recuperado,… con ganas de reconfortarme con el sabor del bizcochuelo de naranja que mi madre hacia: alto, con esa herida en la panza -producto del horneado acelerado o el exceso de polvo de hornear-, que el cuchillo se encargaba de emparejar a la hora del decorado, para terminar en la disputa entre mis hermanos y yo, a ver quien se agenciaba la porcion mas generosa. Debo reconocer que mi madre no era demasiado buena para la reposteria. Cada cumpleanos, -y una cosa lleva a la otra en los recuerdos-, apelaba a su bizcochuelo, que terminaba rellenando con dulce de leche y banando en fondant blanco salpicado de aquellos balines plateados, coronado por las velitas que se derretian en un santiamen -antes del soplado-y que terminaban confundiendose con el bano entre alimonado y con gusto a cera, y aquellas “sorpresas”, que consistian en unos animalitos de plastico que se insertaban alrededor de la torta, dejando unos hilos de colores para que los invitados tiraran de ellos (luego de chupetear el exceso de bizcochuelo que salia adherido con el susodicho); para agenciarselo, como recuerdo del acontecimiento.

Era lo que habia y uno estaba feliz, esperando con mucha ilusion la llegada de su aniversario, viendo de que manera se preparaba la mesa para los comensales: papas chips, manies, pizza, algunas veces faina de queso, palitos de copetin, galletitas con pate, algunas veces croquetas, todo eso muy administrado con los escasos recursos que permitian comprar un par de coca colas y crush.
La memoria olfativa siempre me ha conmovido y sorprendido: debe ser porque es de la que menos tengo conciencia hasta el momento en que me sacude, sin el efecto de la imagen . No pretendo ser muy original en este comentario, ya lo desarrollo magistralmente Suskind en El Perfume.
Vuelvo a lo del principio, hoy me sacudio el recuerdo del bizcochuelo de mi madre y no tenia ganas de seguir las rigidas normas que exige el horneado para obtener satisfactorios resultados, asi que, apelando a los minimos conocimientos y ateniendome a las consecuencias, comence a ensayar una simple torta de naranja.

No estuvo nada mal, y hasta creo que me dejo mucho mas conforme de lo que esperaba obtener, pero lo que mas me gusto fue el poder compartirla con gente que quiero y, mas alla de eso, traer a la memoria momentos de mi vida en que tambien fui feliz.